El 10 de septiembre de 1923 ocurrió uno de los primeros eclipses solares totales del siglo XX, el cual fue visible en el suroeste de California y el norte de México, sin embargo, debido a su ubicación, nuestro país tuvo una mayor oportunidad de promover expediciones científicas para llevar a cabo observaciones astronómicas. El impulsor fue Joaquín Gallo, quien en ese entonces era el director del Observatorio Astronómico Nacional, se dio cuenta que se trataba de una gran oportunidad para posicionar a México en materia astronómica.
De esta forma, consiguió un apoyo extraordinario por parte del gobierno mexicano y de la comunidad científica nacional e internacional, organizó a las expediciones científicas mexicanas y coordinó a la mayoría de los grupos de científicos de extranjeros para establecer campamentos en diferentes partes del norte del país.
Desde 1918 el Ing. Joaquín Gallo empezó a calcular las fases aproximadas del eclipse total de sol de 1923, procuró determinar las posiciones del sol y la luna durante los días 9, 10 y 11 de septiembre de 1923, además, en una carta de México, se trazó la curva de la trayectoria de la sombra y esa carta manifestó los lugares en los que se vería el fenómeno como total. Los primeros resultados se publicaron en el Boletín del Ministerio de Fomento y en la Revista Americana de Astronomía, llamada “Popular Astronomy”, aun cuando no fueron exactos, sirvieron para llamar la atención de los astrónomos de todo el mundo. Varios directores de observatorios extranjeros y de Sociedades Científicas se dirigieron al Observatorio para demandar informes acerca de todas las observaciones meteorológicas que se hicieron para poder escoger un lugar donde se tuviesen posibilidades de tiempo despejado, así como también para tener una aproximación de la trayectoria de la sobre y poder escoger los lugares en los que se podían llevar a cabo las observaciones.
Los principales puntos en los que se proyectó que el eclipse iba a ser visible como total fueron: Isla de Todos Santos, Ensenada, Trinidad, Isla de la Guarda, Isla Tiburón, Hermosillo, Guaymas, Baroyeca, Álamos, El Fuerte, Guadalupe y Calvo, Tamazula, Nazas, Cuencamé, Nieves, Mazapil, Catorce, Matehuala, Cedral, Charcas, Doctor Arroyo, Tula, Tampico, Campeche, Quintana Roo y otros diversos puntos de la República mexicana.
El estado de Durango fue el elegido para la instalación del campamento de la Comisión Científica Mexicana, debido a que contaba con mejores condiciones y recursos, dicha comisión estaba encabezada por el jefe del Observatorio Astronómico de Tacubaya, Joaquín Gallo; a quien se le había encargado, por parte del gobierno mexicano, la observación del eclipse total de sol. Además del mexicano, también se instalaron en nuestra entidad los campamentos de las comisiones alemana y norteamericana, la primera se estableció en la comunidad de Pasaje en Cuencamé; y la segunda, junto a la Comisión Mexicana en Yerbanís.
Con la intención de llevar a cabo la instalación y ajuste de los instrumentos científicos necesarios, una parte de la Comisión Mexicana llegó al estado a finales de junio y el resto de llegó al estado la primera semana de agosto, estuvo integrada por los miembros del observatorio Astronómico: Ing. Joaquín Gallo- Jefe de la comisión, Ing. Manuel Chávez Orozco, Ing. Luis Segura, el mecánico Ramon Álvarez, el ayudante Antonio Salazar, Ing. Eduardo Gutiérrez de la Comisión Geográfica, Ing. Jenaro Flores y el Ing. Juan José Flores también como representantes de la Comisión Geográfica.
Por su parte, la comisión de astrónomos alemanes llegó a la ciudad a mediados de agosto y estaba conformada por: Prof. Hans Ludendorff, director del Observatorio de Potsdam, Dr. A. Kohnschmitter, Dr. W. Hermann y los Profesores Dollin y Richard Schorr representantes del Observatorio Astronómico de Hamburgo. La intención de la Comisión Alemana era comprobar con exactitud la teoría sobre la relatividad de Einstein.
Por otra parte, la Expedición Científica de Estados Unidos también arribó a la entidad la primer semana de agosto y estaba conformada por: Herbert Doust Curtis director del Observatorio Allegheny, Profesor Winthrop R. Wright, John A. Miller y Ross W. Marriot de Swarthmore College; Profesor Dinsmore Alter, de la Universidad de Kansas; Profesor Long, de Franklin y Marshall College; Adrián C. Rubel y Wilson M. Powell, Jr., estudiantes de la Universidad de Harvard y Earl L. Williams, George B. Clothier, Bevan Sharpies, estudiantes de Swarthmore College; además, estuvieron acompañados por Charles Charlton representante de Pathé News, quien fue enviado para realizar las fotografías del eclipse.
De esta forma, el 10 de septiembre era esperado con entusiasmo y expectativa, no solo por los astrónomos nacionales e internacionales y las autoridades, sino también por la gente en general. Atanacio G. Saravia, importante historiador, en las primeras líneas de su crónica sobre el eclipse mencionó “por fin consigo verme en camino para aquel Yerbanís, motivo de mis pensamientos desde hace varios meses… En efecto, desde que por cartas de mi buen amigo Pedro C. Sánchez, el connotado científico mexicano, supe que los astrónomos de Tacubaya elegían Yerbanís como punto de observación para el eclipse del 10 de septiembre, me hice el propósito firmísimo de presenciar allí el fenómeno”. Este sentimiento de impaciencia expresado por Saravia era compartido por la multitud, quienes desde el amanecer invadió los andenes de la estación esperando a que saliera el tren dispuesto para los excursionistas y que tenía como destino Yerbanís y Pasaje.
Sin embargo, a pesar del entusiasmo generalizado también existía incertidumbre, la cual era provocada por la lluvia que se había hecho presente desde hacía cuatro días. Aun así, los astrónomos preocupados e invadidos por la emoción permanecieron firmes en sus puestos esperando a que se llegara la hora; los fotógrafos recorrían el campo de un lado a otro tomando fotografías; los cronistas y demás miembros de la prensa paseaban entre los grupos haciendo comentarios y también esperando con impaciencia hasta que a las 13:12 horas se anunció el primer contacto, cuando la luna inició a tapar el disco Solar, a las 14:35 empezó la totalidad y la obscuridad de hizo densa, aproximadamente 3,000 asistentes en Yerbanís pudieron observar el fenómeno que tanto habían esperado; lo hicieron con ayuda de vidrios ahumados, placas veladas y lentes de diversas formas y tamaños. De tal forma que el espectáculo que maravilloso e imponente, debido a que todo quedó en entera obscuridad, y cuando la totalidad concluyó, el Sol se dejó ver nuevamente y produjo un chispazo de luz muy brillante causando gran asombro entre los asistentes; quienes acababan de presenciar un verdadero acontecimiento científico.